domingo, 5 de noviembre de 2017

APARIENCIAS. DICEN Y NO HACEN

Mt 23,1-12
No es una figura del ayer, sino de siempre. Las hay también hoy, y quizás muy cerca de cada uno de nosotros. Están en todas partes y hasta dentro de la misma Iglesia. Sí, son los maestros de la Ley, los que saben mucho y los que buscan el honor y la gloria con sus obras. Incluso, los filántropos, que se distinguen por su amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad.

Suena muy bien, pero si todo eso se hace por amor a uno mismo, buscando su gloria y honor; buscando ser ensalzado y distinguido, su premio ya está recibido. No esperes nada más. Será bueno oírles y hacer lo que dicen, pero no hacer ni imitar lo que hacen. Porque hablan de una cosa, pero sus vidas reflejan otras. Todo su pensamiento está buscando destacar, ser distinguido, reverenciado y aclamado.

Señalan caminos que ellos no recorren, ni siquiera intenta recorrer. Pero, eso sí, mandan a que otros lo recorran. Ellos sólo procuran ser vistos para ser halagados. Cuidan los detalles y buscan toda oportunidad para escalar puestos distinguidos y ser llamados maestros y honorables. Están recibiendo sus premios y cuando la verdad emerja recibirán el castigo a sus mentiras y falsedades.

Nuestra referencia es el Señor. No hagan casa a otro que no sea el Señor. Y el Señor es nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios Vivo, que se entregó voluntariamente por nosotros. Él es el Camino, la Verdad y la Vida y guía nuestros pasos a través de nuestra madre santa Iglesia, que es servidora y compañera, poniéndose al servicio de todos los hombres, de manera especial de los más pobres.

Ese es el signo que dejó nuestro Señor Jesús el día que fue entregado y en la última cena con sus amigos. Se postró ante ellos lavándoles los pies, y les dejó claro que quien no lo hacía no sería su amigo, como ocurrió con Pedro. Por lo tanto, la humildad y el servicio es la marca, en términos coloquiales de nuestro tiempo, con la que distinguimos a los auténticos cristianos seguidores del Señor. Porque, El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

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