domingo, 10 de noviembre de 2013

UNA INTELIGENCIA LIMITADA

(Lc 20,27-38)


Es una presuntuosidad querer entender lo que nunca podremos entender. Querer saber lo que Dios, nuestro Padre, les tiene preparado a aquellos que alcancen el Cielo es como querer meter las aguas de los océanos en un pequeño hoyo de arena.

 Al ser preguntado Jesús por unos saduceos, Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

Nunca podremos saber lo que nuestro Padre Dios nos tiene preparado, y tratar de empeñarnos en entenderlo es perder el tiempo y quizás alejarnos de su presencia. Porque nuestra razón es utilizada, si le dejamos, por el diablo para plantearnos interrogantes que nos hagan dudar y desconfiar.

Me quedo, e invito a quedarnos con la esperanza y la confianza en la resurrección. Eso es lo importante. Saber que aquí no acaba nuestra vida, sino que es un paso para comenzar otra. Otra que no podemos imaginar como será, pero que, según la Palabra del Señor, es algo tan grandioso que no nos cabe en nuestra pequeñita cabeza.

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