sábado, 17 de agosto de 2013

TENER LA FE DE UN NIÑO


(Mt 19,13-15)

Mis razonamientos me alejan de Dios. Y es que no cabe en mi cabeza tanto amor, tanto regalo y tanta misericordia. Si fuera como un niño, quizás todo sería de otra forma, porque los niños no razonan tanto, o no se detienen en ello por su ingenuidad y se fían de lo que le dicen. Sobre todo, si se les dice con tanto cariño y amor.

Sí, creo que hasta que no sea como un niño no podré acoger el amor que el Señor me da. Sólo convirtiendo mi corazón de hombre viejo en un corazón de niño seré capaz de renovarme, convertirme en un hombre nuevo y estar en disposición de entrar en el Reino de los Cielos.

Nunca, desde un corazón viejo, endurecido y apegado a la racionalidad de apoyarse en lo material, en lo tangible, en lo caduco y en lo inmediato, aparente felicidad temporal, podremos encontrar la oportunidad de transformarnos en hombres con corazón de niños.

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