viernes, 27 de abril de 2012

NUESTRA RAZÓN, UN DIFÍCIL OBSTÁCULO

Juan 6, 52-59. "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene Vida eterna y yo lo...

Sí, así suele ser porque dentro de nosotros hay una inclinación bastante fuerte a no creer lo que no vemos o no esté de acuerdo con nuestra lógica, sentido común y razón. Y eso de comer mi cuerpo y beber mi sangre no nos entra en nuestro entendimiento.

Sin embargo, el hombre, todo hombre, es un gran buscador de eternidad, hambriento e insatisfecho; mendigo de felicidad en todos lo momentos. Busca y no encuentra, porque busca donde nunca podrá encontrar, ni cree en quien se la puede dar.

¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Es imposible que podamos asimilar tal cuestión. Imposible para nuestra razón, como también lo es aquella respuesta de Jesús a Nicodemo: "...volver a nacer de nuevo"...  No nos damos cuenta que la fe empieza cuando termina nuestra razón. Si no, ¿qué es fe y para que la necesitas?

Podríamos estar, y lo están, hablando y discutiendo sobre eso desde que Jesús lo dijo, y nunca llegaremos a comprenderlo. No es nuestra inteligencia capaz de asumirlo y entenderlo., por eso somos su criaturas y Él es Dios. Nunca podrá haber un Dios inteligible, pues dejaría de serlo en ese momento.

Lo que importa es que el ofrecimiento está hecho: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida". Y tu propio ser te dice que estás hecho para ser eterno y feliz. Eso es lo que sentimos y deseamos. 

Pues muy bien, ahí tenemos la oferta y el testimonio de que quien lo dice ha Resucitado. Testigos hay para comprobarlo. De ti depende el creerlo o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.