jueves, 2 de junio de 2011

UN CAMINO MARCADO POR EL DOLOR (Jn 16, 16-20)

Pascua. Lo más importante es la alegría de ver la gloria.

Sí, es difícil de entender y hasta de explicar. ¿Cómo decir a un joven que el camino de la felicidad es ir contra la propia felicidad que te ofrece este mundo? ¿Cómo decirle a una persona de cualquier edad que la felicidad verdadera, la que todos buscamos, está en aceptar la enfermedad, el sufrimiento de tus propias circunstancias, la aceptación de ese hijo que te trae de cabeza, la falta de trabajo, los conflictos matrimoniales...etc?

¿Cómo proponerles a los hombres y mujeres que lloren y se lamenten, mientras el mundo está alegre? Porque nuestro amor, libre y voluntario, a JESÚS de Nazaret está marcado por las dudas, las cruces y obstáculos que nacen dentro de nosotros y, también, por aquellos otros que vienen de nuestro propio entorno y circunstancias. Por eso nos es muy difícil proponer y ofrecer la Buena Noticia. Si no difícil proclamarla, si difícil ser aceptada.

Son los pobres, aquellos que ya sufren enfermedades, soledad, guerras, o han vivido la experiencia de hartarse de las cosas, que este mundo caduco les ofrece, como aparente fuente de felicidad, los que están en mejor disposición para aceptar la Palabra del SEÑOR. Y, por eso, a ellos va dirigidas, porque ellos están deseosos de encontrar esperanza y una Palabra que los consuele y les dé nueva vida: "La vida eterna y gozosa".

Gracias, SEÑOR, por padecer esta tristeza previa al
encuentro de la verdadera alegría y felicidad.

Hoy siento que tu ESPÍRITU me empieza 
a reconfortar de nuevo ante el 
desánimo de no encontrar
respuesta en la gente.

Porque en el encuentro contigo se hace
necesario fiarse de TI, y depositar
toda nuestra confianza en tu 
Palabra. Sólo así, nuestra
tristeza se convertirá
en alegría. Amén.

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