domingo, 13 de febrero de 2011

VENGO A DAR PLENITUD (Mt 5, 17,37)



La ley se agota en su propia letra y no da sentido a toda la dimensión del hombre. Hay muchas cosas recogidas en la ley que no dan plenitud a la vida del hombre. Recordamos, por ejemplo, la norma del sábado donde el hombre estaba supeditado a la ley y al día del sábado.

Sin embargo, JESÚS rompe con esa norma y eleva al hombre, centro del universo, por encima de la norma o ley. Por eso, dice que viene a dar plenitud, a perfeccionarla, no a derogarla.

No es lo importante la ley, ni siquiera su cumplimiento sino lo que brota desde dentro del corazón del hombre. Esa es la verdadera ley, cuando la norma nace del amor que encierra el su corazón. Todo lo que se queda en cumplir deja de ser cumplimiento cuando la debilidad, la carnalidad o las apetencias se hacen presente y la mentira completa la ley: cumplo y miento. Cumplo para aparentar, pero miento en la verdad.

Sólo lo que sale del corazón, limpio, puro, bien intencionado se hace ley en su contacto con la vida, porque los mandatos del SEÑOR subyacen y viven en el corazón de sus hijos. Y cuando se hacen vida en la vida coinciden con la ley de la Vida, de la Verdadera Vida que es nuestro PADRE DIOS.

Por eso, JESÚS, viene a darle cumplimiento a la Ley y a decirnos que no todo está contenido en la norma sino que la Ley se hace verdadera Ley cuando se prolonga en el Amor del corazón del hombre.

SEÑOR, que sepa entender que
por encima de la letra
está el Amor.

SEÑOR, que sepa vivir, más
allá de la Ley, la comprensíón,
la sabiduría de la 
misericordia y el perdón. Amén.

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