miércoles, 7 de febrero de 2018

EL PELIGRO NO ESTÁ AFUERA, SINO DENTRO

Mc 7,14-23
Un gran error, y muy grave, está en considerar que las cosas de afuera contaminan. Y procuramos no mezclarnos o excluir todo lo que, de alguna manera, consideramos impuro. Entre ellas están la de no tocar la Sagrada forma con la mano, o no recibirla de mano de un ministro extraordinario, comentado en la reflexión anterior. No son las cosas externas las que nos contaminan, repetimos, sino las que salen de nuestro corazón cargadas de malas intenciones.

Hoy, el Evangelio pone el dedo en la llaga, pero, sucede que muchos se guían por lo que otros dicen, incluso sacerdotes, y no sostienen su mirada directamente desde y con el Señor. Es Jesús quien nos adoctrina y quien nos asiste y auxilia a través del Espíritu Santo. Nos lo ha dicho: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7).

La Palabra de Dios nos va guiando en cada momento e indicando el camino que tendremos que tomar. Es verdad, y lo experimentamos, que hay muchas curvas, momentos de incertidumbre y riesgos, pero, no es menos cierto que el Espíritu Santo va con nosotros y nos auxilia para que encontremos el verdadero camino y la auténtica verdad. 

Es cierto que hay mucho peligro y que muchos, en manos del Maligno, nos querrán engañar, y que serán culpables de escandalizarnos y confundirnos, pero, en Manos del Espíritu Santo encontraremos siempre el buen camino y a las buenas personas que nos orientarán y nos señalarán, con sus testimonios y palabras, el camino hacia el Señor. Tengamos en cuenta que el pecado no se gesta afuera sino dentro de nosotros. Todo reside en el corazón y es ahí de donde salen la buenas o malas intenciones: 

Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre».

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