jueves, 14 de diciembre de 2017

LA BATALLA DE CADA DÍA

Mt 11,11-15

No pretenderás crecer sin dolor, sin estiramiento, sin confrontación, sin lucha y sin sacrificio. Crecer exige todo eso y mucho más. Crecer exige lucha constante que causa dolor y sufrimiento. La maduración es el resultado de la batalla de cada día. El testimonio de Juan Bautista nos describe el esfuerzo y lucha que tenemos que emprender cada día por ser mejor y por arrepentirnos de todo mal.

Y es que estamos inclinados a hacer el mal. El pecado, incrustadod en nuestra sangre, nos envenena y debilita nuestra voluntad, para que, arrastrados por nuestras viles pasiones, caigamos en la lujuria, el egoísmo, la soberbia, la avaricia y toda clase de inclinaciones malas y desordenadas. Y ante esta fuerza que pretende arrastrarnos necesitamos luchar sin tregua.

Pero, ¿de qué manera? Juan nos señala el camino y nos prepara para ello. Nos habla primero del dolor de arrepentirnos de todos nuestros pecados, y de que nos bauticemos. Posiblemente estemos ya bautizados, y nuestro compromiso de Bautismo, por la Gracia de Dios, nos fortalece en la fe. Ese sería nuestro primer paso, fortalecernos en la fe. Para ello, conviene estar cerca del Señor, acudir a Él y renovar nuestro Bautismo cada día en la escucha de su Palabra y en llevarla a la vida de mi vida, valga la redundancia.

Atravesar el desierto de nuestro vida por nuestra cuenta es algo harto peligroso y destinado al fracaso y a caer en manos del Maligno. El camino es atravesarlo injertado en Xto. Jesús. Él es la Gracia y nuestra fortaleza. Con Él venceremos en la lucha de cada día e iremos madurando en el dolor de arrepentirnos de todos nuestros pecados.

Porque, el gozo y la verdadera felicidad no está en los placeres y éxito de este mundo, sino en la pobreza y humildad de aquellos que se esfuerzan en despojarse de todo lo que le reviste de vanidad, de orgullo y de pecado que les aparta de Dios.

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