viernes, 17 de noviembre de 2017

DÍAS DE ADVERTENCIAS Y AVISOS

Lc 17,26-37
Decimos que quien avisa no es traidor. La Iglesia, a las postrimerías del año litúrgico, domingo 26 de noviembre, nos recuerda que la vida tiene un final y que la promesa de la segunda venida del Señor se cumplirá. Estos últimos evangelios nos recuerdan y nos advierten esa proximidad y cual será el peligro si no estamos vigilantes y atentos a su Palabra y a hacerla vida en nuestras vidas.

Es posible que, muchos, pasen la vida embobados en comer, beber, en disfrutar del sexo y en muchas cosas más. Tendremos que hablar claro, pues no hacerlo es engañarnos a nosotros mismos. Pero, la vida tocará un día a llamada y será el fin de este camino mundano. Luego, empezará aquel que nuestro Padre Dios ha preparado para los que han creído en Él y han vivido conforme a su Palabra. Y, entonces, será el llanto y crujir de dientes.

En la parábola de las diez vírgenes -Mt 25, 1-13- nos decía el Señor que el tiempo se acaba, y de no estar preparado podemos sorprendernos y encontrarnos la puerta del Reino cerrada. Eso significa que no tenemos todo el tiempo del mundo. Que hay que estar vigilantes y no perder el tiempo. Que el tiempo es oro y no se puede malgastar ni derrochar en cosas vanas, vacías, huecas y caducas. Descubrir ese tesoro -Mt 13, 44- es el principal objetivo de todo hombre.

Muchos pensamos que perdemos el tiempo siguiendo al Señor, y que dándonos a los demás perdemos el gozo de vivir nuestra vida. Sin embargo, el Señor nos dice todo lo contrario, quien pierda su vida la ganará para siempre. El mundo va en sentido contrario, y tenemos que estar muy avispados para no seguir esa corriente mundana, pues es corriente de perdición.

Y nuestra gran esperanza es que el Señor cumple todo lo que nos dice. Él es la Resurrección y la Vida, y nuestra gran Tesoro. Ese Tesoro que nos dará la Vida Eterna y el gozo y la felicidad en su presencia. ¡Alabado y Bendito sea el Señor! 

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