sábado, 4 de noviembre de 2017

ACTITUD ANTE LA OBSERVACIÓN

Lc 14,1.7-11
En mucha ocasiones se nos ha dicho que todo depende de cómo lo mires. Es decir, según la mirada que tengas ante los acontecimientos de tu vida, así será tu actitud y comportamiento. Es posible que, ante cualquier situación tu mirada sea de desagrado, pero dispuesta a aceptar y a modificar con tu buena intención la vivencia de esa nueva o casual situación.

Las cosas se tornarán mal o bien según tu las interpretes y trates de llenarlas de buena intención, de actitud positiva y de un deseo de corrección en aras del bien de todos y de mejorar y buscar la verdad. Una verdad que duerme dentro de nosotros, pero que corre peligro de contaminarse y de, envenenada, actuar y buscar el mal.

En el Evangelio de hoy encontramos retratadas esas actitudes. Mientras los fariseos, nos dice el Evangelio, están observando y atentos a lo que hace Jesús, no con sana intención de aprender y sacar buenas conclusiones, sino esperando algún fallo para sensurarle y criticarle negativamente. Jesús observa, viendo la ambición y protagonismos de muchos que buscan los primeros puestos, y saca conclusiones que nos vienen bien a todos con una buena y sana actitud de mejorarnos y ayudarnos a crecer en perfección.

Entonces nos adoctrina con una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidad ... Jesús que está por encima de todos nosotros no busca ser honrado, ni tampoco ser servido. Nos lo ha dicho ya en otra ocasión -Mt 20, 17-28- y ahora con su actitud nos lo recuerda. Y nos aconseja ser humilde y no buscar ser ensalzado ocupando los primeros puestos.

Porque, quien busca que lo ensalce terminará siendo humillado, y quien se humilla, será ensalzado. Miremos a Jesús, que no busca su Gloria sino la del Padre. Ha venido a servir y no a ser servido. Y miremos también a nuestra Madre, ella con su humillación hizo posible la venida del Hijo prometido a este mundo.

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