sábado, 7 de octubre de 2017

VIRGEN DEL ROSARIO

Lc 1,26-38)
Cada día me es más difícil imaginar una Iglesia sin María. El Evangelio de hoy dice textualmente: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

Meditar esas palabras y mensaje del Ángel Gabriel da para mucho, y desvela las virtudes de María. Encontrar Gracia ante Dios es un misterio, porque no depende de nosotros, pues la Gracia no se compra ni se consigue, sólo se recibe, y gratuitamente, según la Voluntad de Dios. Sin embargo, sí tendrá que ver con nuestra disponibilidad y libertad, que también la hemos recibido gratuitamente, pero que Dios respeta y se ata las Manos ante nuestra elección y disponibilidad.

Porque, Dios nos ha creado libres para elegir el camino que queramos. Y es ahí donde reside nuestra capacidad de elección. Podemos aceptarle o rechazarle. Esa es nuestra responsabilidad y dependerá de nosotros decir "sí" o decir "no". Somos libres para dejar de ser esclavos del mal y aceptar ser esclavos de la libertad, la verdad y el bien. Somos libres para convertirnos en amor y que dejar que nos sea imposible hacer el mal. Somos libres, en una palabra, para parecernos y ser semejantes al Señor. Y es que así hemos sido creados.

Y, María, Virgen del Rosario, aceptó ser la esclava del Señor. Aceptó un camino difícil, lleno de espinos y abrojos que comprometían su vida y la ponían al borde del dolor y el sufrimiento. La vida de María, nuestra Madre, es un camino lleno de piedras donde, unidas cada una, forman  las cuentas de ese Rosario que es su vid. Un Rosario que nos fortalece y hace pasión nuestras vidas señalándonos el camino hacia nuestro Jerusalén propio y particular.

Recorramos, de la mano de María, con valentía y firmeza, nuestro propio camino, que nos lleva a Jesús y compartamos con Él nuestra muerte, para también, con Él, por su Gracia, Resucitar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.