lunes, 16 de octubre de 2017

PRIMERO VEO Y DESPUÉS CUMPLO

Lc 11,29-32
Es lo que queremos todos, asegurar la apuesta o la fe. Pájaro en mano y simultáneamente dando, o algo así. Dando y recibiendo. Nadie arriesga y se confía. Es decir, nadie quiere creer. Y, Jesús, nuestro Señor nos pide fe. Primero nos da su Palabra, y, después, confía y espera que tú creas en Él y pongas toda su confianza en su Palabra.

Tú y yo vamos por otro camino. Al menos, muchos de los que le seguimos le exigimos pruebas y pruebas que nos convenzan primero para luego darle nuestra incipiente y débil fe. Nos falta mucha confianza en la Palabra y promesa que el Señor nos hace. Queremos milagros y señales que nos convenza plenamente, para, tranquilos podernos confiar. Algo así como saber el resultado del sorteo para luego apostar.

Por eso, el Señor, nos señala como generación malvada, instalada en la soberbia y suficiencia, que pretende que el Señor, a pesar de regalarnos la vida y la eternidad plena, festiva y gozosa, nos convenza, haga todo y nos lleve cómodamente a su Banquete. Sí, a ese Banquete de fiesta y gozo que ayer domingo eramos invitados. Nada de eso, ese no es el camino que el Señor ha escogido. No ha venido con exaltación, honores, trompetas y anuncio como Rey, sino humilde, sencillo y en silencio.

Ha nacido en una humilde y pobre familia, discreta y sencilla, y así ha empezado su gloriosa misión de proclamar la gran Promesa de su Padre, la de liberarnos de la esclavitud de este mundo y salvarnos. Esa es la Buena Noticia que Jesús nos trae. Y es para aquellos que están dispuestos a confiar y creer, fiándose de y en su Palabra.

Todo es muy sencillo, nada de complejo. Jesucristo ha Muerto y Resucitado. Nos fiamos de su Palabra y del testimonio de sus apóstoles que han creído en Él. Y, la Iglesia, transmite día a día. Y, los que en Él creemos, también resucitaremos, liberados del pecado y de la muerte, para vivir junto al Padre y a Él para toda la eternidad en pleno gozo de fiesta.

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