martes, 31 de octubre de 2017

PERSEVERANCIA Y PACIENCIA

Lc 13,18-21
Cada día te asomas al jardín y ves que todo sigue igual. Esa semilla que tú has plantado hace ya días sigue igual. Aparentemente no sucede nada, pero no es así, se mueve y crece pero no es visto por tus ojos. Sus movimientos y crecimientos no están al alcance de la vista humana. Y ese crecer escondido es posible que te vaya cansando y hasta te desanime.

Realmente, todo sucede así. Hasta nos parece que los días se repiten y la quietud aparente llega a cansarnos y a experimentar en nosotros un tedio insoportable que nos invita al rechazo o a la indiferencia. En esos momentos estamos en la antesala del abandono, de la ruptura o del cambio irreflexivo y disparatado. Es el clima que el Maligno busca para asediarnos y tentarnos. Es la estampa del desierto que nos tienta a satisfacer nuestra sed mundana, pasional, egoísta y de pecado.

El Reino de los cielos se hace llegar, y tarda su tiempo. La semilla crece despacio y necesita tierra, agua y sol para arraigar, morir y dar frutos. Nuestra vida necesita tiempo, días y horas para vivir en la oración, en la renuncia y, sobre todo, en la Eucaristía. Necesita tiempo para que ese corazón convertido se fortalezca, se humille y se entregue al amor. Sí, el Señor ha retratado el semblante del Reino de Dios.

En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo». 

Por lo tanto, no nos desanimemos ni desesperemos. Seamos pacientes y aunque veamos que no llueve, y en estos momentos lo necesitamos, pensemos que Dios sigue ahí, no se ha marchado. Y Él nos sigue queriendo salvar. Somos sus hijos. Por lo tanto, estemos también nosotros firmes, perseverantes y pacientes, seguros de que el Señor nos salvará.

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