miércoles, 4 de octubre de 2017

NO SERÁ FÁCIL, PERO QUIERO SEGUIRTE, SEÑOR.

Lc 9,57-62
Es fácil darse cuenta. Sólo se necesita un poco de sinceridad y seriedad. Descubro muchos apegos en mí que me impedirían seguirte sin condiciones. Incluso, creo que no sé bien que es seguirte, Señor. No quiero seguir engañándome, mi seguimiento deja mucho que desear. Quizás, el mayor problema es que no sé muy bien qué y cómo tengo que seguirte. Posiblemente sea que no estoy totalmente abierto y entregado a dejarme modelar y convertir por Ti.

A la hora de darme encuentro muchos tropiezos en mi corazón que salen al paso. Y quiero seguirte, sorteando esos tropiezos, pero no quitándolos de mi camino, sino, simplemente, administrándolos. Pero, ocurre que siempre están presente y llamando la atención, y haciendo de obstáculos a tu llamada y proyectos sobre mí. Hay muchos hilos que me atan todavía a este mundo y no me dejan ser marioneta plena tuya, Señor, sino que también actúa sobre mí los hilos de este mundo. 

Porque yo quiero ser marioneta de tus Manos, para que me guien por el buen camino y hagan de mí una persona libre y buena, porque Tú, Señor, me amas y buscas mi bien y mi libertad. Ese es el ejemplo que veo en María, tu Madre. Ella fue la primera marioneta de tu Padre, abriéndose plenamente a su Voluntad y declarándose su esclava. Bendita sea, porque por ella Tú, Señor, has venido a redimirnos.

Quiero cortarlos, Señor, pero yo sólo no puedo, porque siempre estoy tentado de mirar hacia atrás. El mundo está presente en mi vida, pero no para incidir sobre él y tratar de transformarlo, sino, todo lo contrario, incide sobre mí y condiciona mi respuesta a tus proyectos. Esos hilos de los que depende mi vida me esclavizan y someten. Tengo que cortarlos, y muchas veces me lo he propuesto. Sin embargo, Señor, siguen ahí molestando mis respuestas e impidiendo entregarme plenamente a tus mandatos.

Te suplico, Señor, que orientes mi vida y que transformes mi corazón herido por el pecado. No me desespera mi impotencia, pues reconozco mis limitaciones e incapacidades, pero confío en que, Tú, Señor, cambies mi corazón, mis apetencias y apegos y te pongas en sus lugares Tú. Tú lo primero de mi vida y, en consecuencia el servicio a los hombres. 

Pero no, Señor, y eso te pido que me lo aclares, a cualquier hombre, sino a aquellos que verdaderamente están necesitados y abiertos a tu Palabra. Aquellos que oyen tu voz y tratan de responderte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.