sábado, 12 de agosto de 2017

HOMBRES DE POCA FE

Mt 17,14-20
Desdibujados y emborronados por el pecado quedamos sometidos a la oscuridad. Y en la oscuridad nos perdemos debilitándose y diluyéndose nuestra fe. Necesitamos afianzar nuestra fe y apoyarla en Ti, Señor. Porque, Tú, Señor mío, eres la Roca en la que mi fe se sostiene y afirma.

Nos has enviado, Señor, a evangelizar y bautizar, y lo has hecho dándonos tu mismo poder, pero nosotros no te hemos correspondido, fracasando en la misión que nos has encomendado. ¡Que débil y que poca fe tenemos, Señor! ¿Cómo podemos aumentarla, Señor? ¿Acaso depende de nosotros? Aumentanos la fe, Señor.

Tú nos dices hoy en el Evangelio, Señor: «Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Desplázate de aquí allá”, y se desplazará, y nada os será imposible». Posiblemente, nuestra fe no llega a un grano de mostaza. Igual que los apóstoles no pudieron expulsar aquel demonio, a nosotros nos ocurre lo mismo. Y es que cuando vemos a alguien que nos puede transmitir la fe, enseguida reaccionamos señalando el punto flaco o débil de aquella persona. Exigimos, no testimonios, sino perfección, sin darnos cuenta que somos pecadores y llevamos un tesoro en vasijas de barro.

Nos experimentamos incapaces, como los apóstoles, de hacer las cosas que Tú haces, sabiendo incluso que nos lo has prometido. Pero, no queremos desesperar, sino todo lo contrario, confiar y descansar en Ti, en la esperanza paciente de que tu Gracia nos llene y aumente nuestra paupérrima fe. En esa confianza y esperanza caminamos al ritmo de tus pasos, Señor.

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