martes, 25 de julio de 2017

EL ESPÍRITU SANTO ESTÁ CON NOSOTROS

(Mt 20,20-28)
Esa es la clave, el Espíritu Santo. No porque no lo parezca a nosotros o nos lo hayamos inventado, sino porque sale de la promesa que nos hace Jesús en su Ascensión - Jn 16, 7-8 -, y porque nos los apóstoles nos lo corroboran hoy: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» (Hch 4,33; 5,12.27-33; 12.2: El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago.)

No se puede decir nada más, sino que dio su vida por Jesús. Con eso está dicho todo. Y, tras él, todos los demás y muchos y muchos más. Ahora mismo están muriendo muchos creyentes en Jesús en algún lugar del mundo perseguido por la fe en el Señor. Son muchos los mártires que entregan su vida por tener primero en su corazón los mandatos del Señor que los de los hombres. Y está es la realidad que muchos no quieren entender, Jesús está vivo, y el Espíritu Santo enviado por el Padre da testimonio del Él en y cada uno de los creyentes que se abren a su acción.

La gran diferencia, que se hace irresistible, es la del amor. Y se ama no por lo que se diga, sino por lo que se hace. Y ese hacer consiste en buscar el bien de todas las personas. No se trata de regalar nada, sino de ayudar a levantarse, a caminar con dignidad y a dar sentido a la vida. Cada uno tiene su cometido y tendrá que poner sus esfuerzos de cada día para avanzar hacia el Señor. No se trata de dar pan, sino de enseñar a buscarlo y tenerlo para todos los días. Lo importante, no es dar un pescado, sino facilitar una caña y enseñar a pescar. Y para eso se necesita esfuerzo, paciencia y mucha colaboración del que quiere aprender.

Estamos para servir y no para ser servido. Ese es el ultimátum que Jesús da a los hermanos, hijos de Zebedo, como resumen de su mensaje. Y que nos implica a todos nosotros también:  «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».

2 comentarios:

  1. salvador, como parte de la gran hermandad blanca aqui en España veo que tienes blogs de nuestro interes, me encantaria poder tener contigo una plactica pues nos agradan como tienes detallado tu sitio con tanta hermosa oratoria, seria un honor saber de ti con el tiempo. Salvador, gran valor. Buenas noches

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  2. Sigo en la brecha y en el camino por la Gracia de Dios. Y estoy abierto al diálogo porque en el compartir nuestra fe se fortalece.
    Un abrazo en el Señor.

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