viernes, 23 de junio de 2017

CUANTO TODO PARECE APLASTARNOS

(Mt 11,25-30)
Siempre he reaccionado, cuando todo amenaza aplastarme, abandonarme en el Señor. Porque, Él es el Señor, creador de todo lo visible e invisible, y dueño de todo. Él es el Principio y el Fin, el Alfa y Omega y en donde todo empieza y acaba. Así que, entregado a ese pensamiento y confiado en su Infinita Bondad y Misericordia, me entrego en sus Manos.

Sé que es fácil decirlo, y otra cosa muy diferente hacerlo. Sí, lo sé, pero hasta hoy he tratado de hacerlo así y en todos los contratiempos que he tenido, por la Gracia de Dios, he actuado así. Claro, siento miedo de no encontrar las fuerzas necesarias para confiar y entregarme en Él. Temo desesperarme y, por eso, necesito la oración para pedirle insistentemente que me fortalezca para, dejando todo lo demás, crea en Él.

Sí, Señor, quiero abrirte la puerta de mi corazón y dejarte entrar. Principalmente, porque creo en Ti, y porque sólo Tú respondes a mis interrogantes y a mis deseos de felicidad eterna. Sí, Señor, quiero sentarme a tu mesa y cenar contigo como me prometes -Ap 4, 20-. Sí, Señor, quiero descansar y, apartándome de tanto activismo, abandonarme en Ti abrazando tu yugo y aprendiendo a ser manso y humilde de corazón como eres Tú.

Porque la felicidad no está en la actividad y en el trabajo. Claro, son necesarios y a cada cual corresponderá su tarea y labor. Pero no todo consiste en eso, porque la frenética actividad nos puede engullir y amenazar destruyéndonos como personas en el más puro objeto humano. Busquemos el descanso y la vida dentro de la naturalidad y el amor. Porque sólo lo que se hace por amor tiene respuesta de eterna felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.