martes, 7 de febrero de 2017

IMPORTA EL CORAZÓN, NO LA NORMA O EL MÉTODO

(Mc 7,1-13)
Parece que estamos más inclinados a las normas y tradiciones que a las buenas intenciones. De nada sirve aplicar los métodos o tradiciones si luego tu corazón no alberga buenas intenciones. Porque no se ama con las normas ni los métodos o formas de orar, sino con el corazón. Es lo que nos dice Jesús, ama y luego haz lo que quieras. Porque el que ama hará siempre las cosas en verdad y con justicia.

Y es que ocurre eso en nuestra vida. Cuidamos las cosas externas, apariencias, sin importarnos tanto lo que pensamos intencionadamente en nuestro corazón. Porque es ahí donde reside y se genera el mal. No queremos decir que las tradiciones no sean importantes y buenas conservarlas, pero siempre y cuando sean y estén en función del bien del hombre. El tiempo camina y nosotros no seguimos el ritmo, porque nuestras horas en este mundo están contadas, y eso conlleva formas nuevas de vidas y costumbres. Y a eso hay que adaptarse, sin perder que todo está para el bien de las personas.

Precisamente, eso es lo que significa ser libre, buscar el bien. Quien es libre ama, porque amar busca eso, hacer el bien. Pero, eso que ocurría en tiempo de Jesús, sigue vigente hoy. Incluso, diría que ha aumentado en exageración, pues parece que las leyes y costumbres someten al hombre. Incluso, los caprichos de los mismos gobernantes. ¿Qué ocurre con las personas mayores? Antes, según las tradiciones, daban dinero y bienes para el Templo y se libraban de cuidar a sus padres, que no podían disponer de esos bienes. Y ahora, los que tienen dinero los ponen en residencias, y los que no tienen, lo hacen en hospitales o centros geriátricos públicos.

La clave está en quitárnoslo del medio y nos desviamos del cuarto mandamiento. Es decir, cumplimos con lo externos, pero falseamos las intenciones de nuestro corazón. Quien honra al padre expía los pecados; quien glorifica a la madre es como quien reune un tesoro (cf. Sir 3,2-6). Son nuestros padres una ocasión y oportunidad para ganarnos la Vida Eterna atendiéndolos y cuidándolos. Sin embargo, el mundo los ve como molestia y obstáculos, y trata de sacudírselos. En eso se esconde la eutanasia.

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