viernes, 6 de enero de 2017

SEÑALES EN EL CIELO

(Mt 2,1-12)
Posiblemente hemos visto señales en el cielo, pero la cuestión no es verlas, sino interpretarlas. Y más, hacer el esfuerzo de seguirlas, es decir, vivirlas. Eso fue lo que ocurrió con aquellos magos de Oriente. No son ellos los que simplemente ven esas señal o estrella, son muchos. Pero no todos reaccionan de la misma manera. Recordemos que los pastores siguieron las indicaciones recibidas, y ahora, los magos hacen lo mismo.

Su visión no queda en un simple asombro, como parece ocurrió en muchos otros, sino que le impulsa a moverse y arriesgar la búsqueda e interpretación de esa señal. Una vez más experimentamos como la llamada de Dios nos sugiere salir, caminar, buscar y arriesgar. Salir de tu propia instalación y entrar en la del Niño Dios, en el pesebre como Él. Despojado de toda riqueza, comodidad, descompromiso, indiferencia y disponible para amar y darse a los demás.

Así, los magos se pusieron en camino arriesgando sus vidas y buscando hasta el punto de preguntarle a Herodes por el Niño que había de nacer. Metidos en la boca del lobo, que maquinaba como destruir a ese Niño que amenazaba su reinado. Y una ves más, la Providencia del Señor les aparta del peligro y le conduce por caminos de paz y liberación.

 Constatamos que el Espíritu de Dios nos asiste, nos acompaña y nunca nos deja solo. Constatamos que el Espíritu de Dios nos auxilia y nos fortalece en el camino y en las pruebas de nuestra fe. Porque la fe se fortalece cuando se da y se comparte. Por eso experimentamos y comprobamos la necesidad de compartir, aún en esta forma virtual, donde, si hay desventajas, también hay ventajas, como la de poder expresarnos y escucharnos.

Que este día de reyes sea un día donde nuestro mayor regalo sea encontrar el pesebre del Niño Dios, junto a su Madre, María y Padre adoptivo, José. Y que ese encuentro nos ayude a vivir nosotros también en actitud de "pesebre" con todos los que convivimos y nos relacionamos a lo largo del nuevo año.

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