jueves, 1 de diciembre de 2016

MENTIR NO VALE PARA NADA

(Mt 7,21.24-27)
Mentir no da resultado. Puedes, mientras estés aquí en la tierra, aparentar y obtener resultados de calidad caduca y despreciable que, al final, no sirven para nada sino para perderte. Con el Señor hay que tratar y esforzarce, y digo esto porque somos débiles y pecadores, en responder en espíritu y en verdad y dar todo lo que puedas y eres. Quedarte entre dos aguas y disimular es engañarte y perder el verdadero y único Tesoro.

Jesús habla muy claro y deja el camino sin lugar a dudas: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina».

Yo, torpemente, lo he explicado a mi nivel, pero Jesús, el Señor, lo expresa con una suavidad, con un cariño e invitándonos a construir nuestra vida sobre roca. La Roca que es Él, su Palabra y su Vida. Nada nos podrá derribar si caminamos apoyados en el Señor Jesús. Tenemos al Espíritu Santo, que enviado por el Padre nos asiste, aconseja y fortalece para que resistamos los embates que la vida nos va presentando.

En el Espíritu del Señor, y apoyados en su fuerzas, construyamos nuestra vida desde la Palabra de Dios. Que sea Ella la que guíe nuestros pasos y oriente nuestro rumbo.

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