sábado, 30 de julio de 2016

EL PRECIO DE LA VERDAD

 (Mt 14,1-12)

La verdad tiene su precio, y a veces es tal alto que se paga con la vida. Eso fue lo que le ocurrió a Juan Bautista al denunciar el concubinato que cometía Herodes al vivir con Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Y eso ocurre también hoy cuando la verdad molesta e interpela a aquellos que la disimulan viviendo en la mentira.

La cuestión es que, como Juan, estemos dispuestos a defenderla hasta pagar con el precio de la muerte. Eso fue lo que hizo Juan, y también lo que hizo Jesús, nuestro Señor, el Mesías enviado, entregar su Vida a cambio de la nuestra para, de esa forma, rescatarnos del pecado y ofrecernos la salvación. Y será también lo que tendremos que hacer nosotros en uso de nuestra libertad si queremos responder a esa llamada de salvación que Jesús, el Mesías, nos trae.

Se trata de vivir en libertad y en verdad, porque, precisamente, la verdad es la que nos hace libres. Por lo tanto, en la medida que vivamos proclamando la verdad con nuestra vida, también iremos viviendo en libertad. Ser libre no es otra cosa que decir la verdad. Y eso no es fácil, nos cuesta. Nuestra humanidad débil y, por tanto, pecadora nos lo pone difícil. 

Porque verdad no consiste sólo en hablar y decir la verdad, sino también actuar y vivir con sinceridad, con honradez, justicia y, por supuesto, valga la redundancia, verdad. Pidamos esa valentía y esa voluntad con la que vivió Juan Bautista para que, fortalecidos en el Espíritu Santo, defendamos, incluso por delante de nuestra propia vida, siempre la verdad y la proclamemos con nuestra vida.

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