jueves, 28 de julio de 2016

EL MOMENTO DE LA CRIBA

(Mt 13,47-53)

La pregunta de nuestra vida es: ¿Dónde estaré en el momento último de mi vida? Estaré entre los elegidos por Dios o entre los desechados? Porque hoy la Palabra de Jesús nos lo deja muy claro: «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Habéis entendido todo esto?»

De lo que deducimos claramente que el Infierno existe y puede que nos esté esperando según decidamos nosotros elegir uno u otro camino. Y que habrá elección entre buenos y malos. Lo que deja claro también que hay una moral y una conducta que si es contraria a la Voluntad de Dios será mala y nos condenará a ser apartado y elegidos como de los malos. Supongo que difícilmente se podrá decir más claro. El Señor ha disipado todas nuestras dudas y lo ha dejado claro y alcance de todos.

También nos pone otro ejemplo que nos invita a limpiar nuestra vida desechando todo lo que constituye al hombre viejo, para convertirlo en hombre nuevo. Y nos lo dice así: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo».

Y es que cuando experimentamos el encuentro con el Señor, lo primero que hacemos es organizar nuestra vida y ponerla en orden poco a poco. Entonces vamos apartando todo lo viejo, lo caduco, lo que se queda en este mundo, para poner en el primer plano de nuestra vida lo nuevo, lo que perdura y tiene valor infinito en el Cielo. Las obras que derivan del fruto del amor.

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