viernes, 13 de mayo de 2016

EL PRIMADO DE PEDRO

(Jn 21,15-19)


Esa insistencia y exigiéndole más amor que los demás debe suponer una elección de jerarquía y de primado. Pedro fue el elegido para timonear la Barca de la Iglesia que Jesús iba a fundar. Esa triple confesión, extrapolándola a su triple negación, parece una oportunidad para afirmarse en su arrepentimiento y seguimiento al Señor.

Pedro, y hoy su directo sucesor el Papa Francisco, es el encargado de abrir rutas de navegación de la Iglesia instituida por nuestro Señor Jesucristo. Seguir a Jesús, esa última exigencia del Evangelio de hoy, implica asumir y vivir el estilo de vida del Maestro, nuestro Señor. Y Pedro, ahora en el Papa Francisco, es el elegido para señalarnos ese camino que nos ayude a vivir el estilo de vida de Jesús.

Pedro, y ahora el Papa Francisco, es la cabeza de la Iglesia jerárquica, cuerpo que sigue los pasos de la Cabeza principal, nuestro Señor Jesús, que nos guía y salva. Y que en el Pedro nos arropamos y unimos para caminar como uno sólo, igual que el Padre y el Hijo son uno.

Esa triple confesión de Pedro nos recuerda nuestra triple confesión en la iniciación cristiana: el Bautismo, la confirmación y la Eucaristía. A lo largo de nuestra vida, primero por el poder de nuestros padres, nos sometemos y afirmamos en la Iglesia abriéndonos al Espíritu Santo y recibiendo el sacramento del Bautismo; luego, más tarde, nos preparamos para recibirle en Cuerpo y Alma, bajo las especies de pan y vino. Alimento espiritual que nos conforta y no alimenta, Primera Comunidón, y, finalmente, Confirmación, nos afirmamos en nuestra fe confesando nuestro decidido propósito de seguirle en el Espíritu Santo.

Son tres respuestas y confesiones de amor a las llamadas del Señor a pertenecer a su Iglesia; a alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre, y a confesarnos sus seguidores en la Palabra y en la Vida. Pidamos al Señor que esa triple confesión de Pedro, y unidos a nuestro Papa Francisco, nos sirvan para también nosotros, a pesar de nuestras negaciones y pecados, sigamos también sus pasos.

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