sábado, 12 de diciembre de 2015

LA ÚLTIMA PALABRA LA TIENE JESÚS

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(Mt 17,10-13)

La renovación, tal y como lo dice Jesús en el Evangelio de hoy, no puede venir de manos humanas. Juan, el Bautista, es simplemente un hombre tocado por el Espíritu de Dios para preparar el camino a Jesús. Renovarlo todo, el paso del hombre viejo al hombre nuevo, es cosa de Dios. Y a Jesús, su Hijo, le ha sido encomendada esa misión. Y eso sólo puede estar en Manos del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús. Él tiene la última Palabra.

Los discípulos, no entendieron las Palabras de Jesús pensando que se refería a Juan el Bautista. Quizás nosotros hoy gozamos de esa ventaja al tener a la Iglesia que, iluminada por el Espíritu Santo, nos va revelando la Palabra de Dios. Hemos rechazado al Señor, y lo repetimos muchas veces, de generación en generación, cuando le damos la espalda y no le reconocemos. Optamos por las candilejas y luces del teatro que el mundo nos ofrece y nos deslumbra, y como espejismos nos seducen falsamente hasta rechazarle y despreciarle.

A pesar de no ser nuestras voces de forma directa, también nosotros estábamos allí cuando  aquellas voces gritaban, ¡crucifícale, crucíficale! Somos herederos de esa muerte, y continuamos matándole cada vez que infringimos su Voluntad. Las guerras y muertes, incluso la de muchos inocentes, no son indiferentes a los ojos de Dios. Se compadece y le duele que no escuchemos su Palabra y la pongamos en práctica. Dios nos abre sus brazos y nos espera.

Sólo, abandonándonos a su Gracia encontraremos el verdadero camino que nos enseña a amar. Pidamos esa Gracia con confianza, convencidos que el Señor nos infundirá su Amor y su Misericordia para que vivamos construyendo un Reino de Amor y de Paz.

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