miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿TE SIENTE TÚ TAMBIÉN INVITADO A PROCLAMAR EL REINO DE DIOS?

(Lc 9,1-6)


Jesús reunió a los doces y les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar enfermedades. 

Está claro que Jesús sabía que tenía que dejar a sus continuadores, porque Él se iba al Padre. Y es de sentido común que los apóstoles sabían que había que preparar una sucesión para continuar la labor. Y esos son los que, bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, son enviados a proclamar la noticia de la Buena Nueva.

Quizás tú y yo estamos entre esos, porque hemos sido Bautizados, creemos en Jesús e intentamos seguirle. Y al vivir injertados en el Espíritu Santo esforzándonos por su Gracia en vivenciar el amor recibido del Padre proclamamos e instauramos el Reino de Dios.

La Iglesia continua la labor y la obra envangelizadora de Jesús. Es el mismo Jesús quien se hace presente, a través de su Iglesia, entre los hombres de este mundo, y continúa su obra misionera utilizando la voluntad y libertad de todos los hombres que le abren su corazón y se ponen en Manos del Espíritu Santo.

Todo está en Manos de Dios. No serán nuestras palabras, ni nuestras obras, ni nuestras acciones las que convertirán a los hombres sino el Poder de Dios que, habitando en nosotros, transforma nuestros corazones humanos y pecadores en corazones capaces de amar renunciando a sus propios egoísmos y pasiones. Es Jesús, quien continúa la labor evangelizadora utilizando los instrumentos de su Iglesia para transformar y convertir los corazones de los hombres.

Pidamos, por la Gracia de Dios, ser instrumentos de su Gracia y testimonio de su amor para ser semilla que cultivada en su Amor, dé frutos que hagan el Reino de Dios presente en este mundo. Amén.

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