sábado, 18 de julio de 2015

Y TODAVÍA SIGUE LA AMENAZA

(Mt 12,14-21)


Aún continúan persiguiéndole, incluso después de muerto, lo que prueba que vive y que ha Resucitado. Porque perseguir a los cristianos, seguidores de Jesús, es perseguir a Jesús, pues el Señor vive en Espíritu dentro de cada uno de ellos.

Espíritu que renovamos cada día a alimentarnos con su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía. Sí, en su tiempo en la tierra, encarnado en Naturaleza Humana, además de la Divina, aquellos fariseos habían decidido matar al Señor. Les molestaba mucho que quisiera, Jesús, implantar el derecho a la Verdad y a la Justicia. Una verdad y justicia digna que todos, por el hecho de ser hijos de Dios, y en consecuencia hermanos, por su Amor y Misericordia, merecemos.

Y todavía hoy siguen persiguiendo a muerte a todos aquellos que proclaman su Palabra. Porque en ella, todos los hombres, encuentran sus derechos, su dignidad y su paz. Es la experiencia que vivió Pablo al ser interpelado por el Señor cuando perseguía a los cristianos. Hoy continúa habiendo muchos Pablos que, siguen persiguiendo, pero no escuchan la voz del Señor que les interpela: ¿Por qué me persigues?

Igual que Jesús, vamos de un lugar para otro tratando de evadirnos y que no sepan dónde nos encontramos ni lo que hacemos. Pero, eso sí, sin dejar de proclamar la Palabra que defiende los derechos, la Verdad y la Justicia de todos los hombres. Aquella que proclamó Jesús y que continúa proclamando a través de todos los que creen en Él.

Nos ocurrirá a nosotros lo mismo, porque los discípulos no son más que su Maestro. Estas persecuciones que leemos hoy en los medios nos descubren esa realidad profetizada. Sufriremos amenazas de todo tipo, hasta de muerte. Nos acechan y preparan emboscadas y estrategias para justificar nuestra destrucción. Pero nuestra respuesta será mansa, sin porfía, sin grito y sin vocear por las calles. Una respuesta apoyada en la bondad, mansedumbre y amor.

Danos Señor la Luz de alumbrar nuestras respuestas desde la actitud del amor. Para ellos revístenos de paciencia, perseverancia, humildad y mucha paz, para que sostenido en tu presencia, nuestra voluntad sea cada día más fuerte y digna de vivir esta actitud de respuesta desde el amor.

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