lunes, 18 de mayo de 2015

NO HAY POR QUÉ TENER TEMOR, CRISTO HA VENCIDO AL MUNDO

Jn 16, 29-33


Podemos experimentar que el mundo está mal y que no hay quien lo arregle. Se suceden fiestas centradas en el sexo, porno y en darle riendas suelta a las apetencias y al cuerpo. Prima las satisfacciones, el gozo y la lujuria. La vida hay que vivirla. Experimentamos que la fe en Cristo se debilita y que no podemos resistirnos a las tentaciones del mundo, demonio y carne.

Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. Pero, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen malestar e inquietud interior.

 No va la gente contenta y alegre por las calles. Al contrario, van enfurruñadas, cerradas, tristes y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir. La experiencia nos revela que detrás de todas esas cosas, que vivimos en el mundo, hay una puerta falsa que conduce al vacío y sin sentido. El mundo no ofrece soluciones verdaderas, sino espejismos que pronto desaparecen sumiéndonos en la perdición y muerte.

Cristo ha vencido al mundo. Nos anima a vencerlo también nosotros. Ha tenido que sufrir padeciendo una muerte de Cruz, pero ha Resucitado. Y con su Resurrección ha alcanzado la Vida Eterna, aquella que no tiene obstáculos ni límites, porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades. 

Nuestro camino no será un camino de rosa, pero injertado en el Señor podemos recorrerlo y superar todos los obstáculos y dificultades que salgan al paso. Superar pérdidas de amigos; separaciones de personas amadas; fracasos de proyectos y debilidades humanas son muertes que irán acaeciendo a lo largo del camino, pero recorriéndolo en el Espíritu de Dios iremos venciendo cada uno de esos obstáculos.

Nos apoyamos en Ti, Señor, y caminamos en paz a pesar de los peligros que nos acechan, porque sabemos y confiamos que al final Tú nos sostendrás en pie para alcanzar el triunfo.

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