viernes, 22 de mayo de 2015

NO HAY OTRA MANERA DE DECIRLE AL SEÑOR QUE LE AMAS SINO AMANDO AL PRÓJIMO

(Jn 21,15-19)


Puedes hablar el idioma que quieras, pero Jesús sólo entendera un idioma: El Amor. Fuera del Amor nada tiene valor, porque lo que no se haga con Amor se hace por egoísmo e interés. El Amor es la prueba del compromiso solidario y del interés por el bien común. 

Donde no existe amor aparecen las rencillas, las envidias, los enfrentamientos, la mentira y el deseo de venganza. Se hace insoportable la vida y viene el caos. Es en ese lugar donde se mueve a sus anchas el Maligno y donde despliega su poder para confundirnos y enfrentarnos. Y si permanecemos solos, sin la asistencia del Espíritu, nuestras posibilidades de amar son nulas, y en cambio las de perdernos, todas. 

Pedro tuvo la sabiduría del arrepentimiento. Abrió su corazón a la Gracia de Jesús y sostuvo su mirada en el Señor. Lloró amargamente su pecado, pero creyó en la Misericordia de Dios y permaneció pacientemente en su Palabra. Pero, ¿qué significamos con permanecer? ¿Qué realmente queremos expresar cuando decimos permanecer en el Señor? Permanecer quiere decir servir, porque la Voluntad de Jesús se hace servicio, y entrega su vida por darse y servir a todos los hombres.

Es esa la Voluntad del Padre, y Jesús ha venido para cumplir la Voluntad del Padre, que no es otra sino servir a los hombres por amor para salvarlos de las garras del pecado. Pero se nos hace difícil entenderlo, porque en nuestra cabeza no entra nada que sea entregado gratis. Nuestro mundo es un mundo de intereses y rentabilidades. Vales por lo que tengas y puedas conseguir. El amor se compra, y a todo se le pone un precio.

Olvidamos que el egoísmo e interés rompe la esencia del amor, porque amar significa darse sin pedir nada a cambio. Y eso está escrito dentro de las entrañas del hombre. Quieras o no quieras, te sentirás mejor y en paz cuando tu amor es desinteresado y gratuito. Ese es el amor que te gustaría recibir y, también, dar. 

Y cuando experimentas que has sido vencido por el egoísmo y el interés, te sientes mal. Sabes y prefieres que ese amor dado gratuito es lo que te gustaría y lo que te hace feliz. Supongo que eso fue lo que experimentó Pedro y otros muchos hombres arrepentidos. Vale la pena levantarse y tender la mano al Espíritu Santo para dejarnos levantar y amar por Jesús.

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