sábado, 28 de febrero de 2015

TODO CONSISTE EN AMAR Y AMAR

(Mt 5,43-48)


El amor que Jesús te propone es un amor que va más allá de tus apetencias. Es un amor comprometido que ama por encima de sus preferencias y gustos, que ama incluso a sus propios enemigos. 

Esta es la señal de identidad del cristiano. Porque amar a los amigos es de sentido común, pero amar a los enemigos no entra en nuestra lógica, y nos exige un esfuerzo contrario a nuestra naturaleza humana. Por eso, si no se es cristiano comprometido con el compromiso de Bautismo y, por supuesto, en seguir a Jesús, no se puede amar a los enemigos.

Es contrario a nuestro criterio y no entra en nuestra cabeza humana. Hay que hacer un acto sobrenatural para sobrenaturalizar esa actitud de perdón. Y eso sólo lo podemos lograr en y con Jesús. Sin Él nada podemos hacer, y menos luchar y vencer nuestra propia naturaleza caída.

En el amor a los que te odian, a los que te hacen mal y te rechazan está la prueba de tu amor. Amas a Dios en la medida que luchas por amar a tus enemigos. De no ser así le estás mintiendo. Y en medio de esta lucha, que te sobre pasa, experimentas que, injertado en Jesús, el camino se vuelve más suave, más ligero y posible, porque la carga me parece ya soportable y sientes que la puedes vencer.

Ahora, en la medida que caminas con Jesús experimentas que la carga se hace suave y ligera  y que el amor es el arma fundamental y necesaria para vivir en el gozo y la paz eterna.

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