martes, 3 de febrero de 2015

PREDICAR CON EL EJEMPLO

(Mc 5,21-43)

No deberías tener duda, porque Jesús predica, no sólo de Palabra, sino que da ejemplo con las obras. Hoy, por ejemplo, el Evangelio nos habla de dos curaciones. La mujer que padecía flujos de sangre y la resurrección de la hija de Jairo, un jefe de la sinagoga.

Para ver visiones como termina diciendo este pasaje del Evangelio: La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.

¿Qué nos ocurre? ¿Qué ha pasado mucho tiempo? Por eso se ha escrito, para que no se olvide. Y se ha escrito recogido de testimonios directos que lo han vivido y visto: los apóstoles y discípulos, y mucha gente que fueron contemporáneos de Jesús.

Lo que ocurre es que el mundo nos ciega y nos engaña, y nos hace dudar argumentando razones que alimentan dudas y ponen confusión. Lo lógico sería indagar y buscar la veracidad de esos testimonios y escritos, porque ponerlos en dudas sin más es lo más idiota que podemos hacer. Nos jugamos mucho.

Por otro lado, experimentamos que esa Verdad que Jesús anuncia a lo largo de su Vida Pública late dentro de nuestro corazón. Porque el amor es el motor de nuestra vida, y si carecemos de amor perdemos el rumbo y el sentido de nuestro vivir. Y, también, porque Jesús nos conoce, pues nos habla y nos ofrece aquello que todos buscamos: la felicidad eterna.

Tú, Señor, tienes Palabra de Vida Eterna, y en Ti queremos abandonarnos y seguir tus pasos. Porque Tú eres la Luz que alumbra nuestro caminar y nuestra vida. Amén.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.