viernes, 20 de febrero de 2015

LA FIESTA ES PARA DIVERTIRSE

(Mt 9,14-15)

Cuando estás acompañado por el anfitrión de la fiesta, lo lógico es estar de fiesta y celebrarlo. Quizás cuando la fiesta acabe y se haya ido el anfitrión, tú guardes su recuerdo y quieras vivir en la esperanza de que vuelva otra vez. Esto te exigirá recordarlo y mantenerte atento a sus enseñanzas e indicaciones.

Jesús nos ha prometido volver. Volver para dar por terminado esta etapa de tu vida. Y se hace necesario estar preparado para su venida. La Cuaresma es tiempo de preparación, tiempo de esperanza en la venida de Jesús. Una venida que terminará con los sufrimientos de esta vida para darnos la plenitud eterna en la única y verdadera.

No sabemos el momento ni la hora, pero sí que vendrá. Y en esa esperanza nos preparamos con el ayuno, la oración y la limosna. Experimentas que cuando compartes pierdes un poco de ti mismo y de tu vida, pero ganas un poco de plenitud y gozo para la otra.

La Cuaresma es un tiempo donde experimentas que darte y compartir es más gratificante y pleno que recibir. Quizás cueste el instante de desapego, presente, pero construye un futuro más gozoso en paz y plenitud. 

No nos asustemos por el recorrido cuaresmal. Con Jesús podemos experimentar que vale más y es mejor darte, como Él hizo contigo, que encerrarte en ti mismo.

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