viernes, 27 de febrero de 2015

ESTAMOS A BIEN CON DIOS SI TAMBIÉN LO ESTAMOS CON EL PRÓJIMO

(Mt 5,20-26)


Son dos actitudes que van unidas. Sí, ¡no hace falta que me lo digas!, lo sé. Es muy difícil, por no decir imposible, pero para ti y para mí, no para Dios. En Él seremos capaces de lograrlo. Por eso le necesitamos. Esa es la evidencia y la prueba fundamental de que se quedara con nosotros. Le necesitamos para ser mejores y quererle, queriendo a todos los hombres.

Hay un matiz importante: Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; se trata de ponerse a bien con los enemigos, porque con los amigos resulta más fácil y es posible que nosotros solos podamos. El asunto habla de aquellos con los que nos resulta más incómodo reconciliarnos. No es nada fácil la cuestión.

Experimentamos que esa actitud de amar y reconciliarnos con los enemigos está por encima de nuestra capacidad de amar. No podemos, porque nuestro pensamiento humano está sometido al ojo por ojo y diente por diente. Quien nos la hace, deberá pagarla. 

Salir de esa actitud y pensamiento, exige un esfuerzo sobrenatural, que está por encima de nuestra humanidad débil y pecadora. Necesitamos la asistencia y la fuerza del Espíritu Santo para lograrlo. En y con Él podemos mantener una actitud reconciliadora con todos los hombres, a pesar de nuestras diferencias y lejanías.

Confiemos en el Señor, porque no nos mandará nada que no podamos alcanzar apoyados en su Gracia. Amén.


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