martes, 13 de enero de 2015

JESÚS ES DIFERENTE

(Mc 1,21-28)


Las enseñanzas de Jesús no dejaban indiferente a los que las escuchaban. Jesús era diferente a todos los que le habían precedido. Jesús enseñaba con autoridad, no como los escribas, y realizaba  prodigios que nadie hacía. Sometía a los espíritus inmundo. Todos quedaban maravillados y se preguntaban qué doctrina era esta, pues esta forma de enseñar era nueva.

Hoy ocurre lo mismo. El Evangelio es diferente a las leyes de los hombres, porque es gratuito y generoso con los necesitados y pobres. Jesús salva a los que están en peligro y a los que son excluidos y pecadores. Los gobiernos excluyen y no reparten las riquezas con igualdad y justicia. Hacen leyes, pero no las cumplen sino las exigen a los más débiles empobreciéndoles.

Jesús viene, no sólo a dar sino precisamente a darse. Da su Vida a cambio de salvar al hombre, y sin pedir nada a cambio. Nosotros, si damos, pedimos por lo menos la misma correspondencia. Tanto por tanto. Nada es dado gratuito. Sin embargo, todo lo que hemos recibido ha sido gratuito, y tenemos la desfachatez de creer que ha sido por nuestro esfuerzo y que nos lo merecemos.

Posiblemente hayamos contribuido con nuestro esfuerzo y entrega, pero siempre porque hemos recibido de Dios esas cualidades y habilidades que nos han permitido, sí, con nuestro esfuerzo, conseguir nuestros éxitos. Pero siempre por la Gracia y Misericordia de Dios.

Demos gracia a Dios por el regalo Inmenso de su Hijo Jesús, el Predilecto, que viene a enseñarnos lo mucho que su Padre nos quiere y a señalarnos el camino de salvación.

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