martes, 25 de noviembre de 2014

EL TEMPLO NO ES UN LUGAR DE VISITA

Lucas 21, 5-11

 Podemos convertir el templo en un lugar de visita. De hecho, muchos lo visitan como turistas, como amantes de la historia, como un lugar donde justifican con alguna fotografía su viaje a aquella ciudad. Pero, también nosotros acudimos, muchos a diarios, a rezar, a celebrar la Eucaristía... Y puede ocurrir que nos pase lo mismo. Es decir, que seamos simplemente turistas o vayamos en plan de visita.

¿Por qué digo esto?, porque me pregunto que consecuencia puede tener esas visitas a Jesús en mi vida, pues de no incidir en ella estoy cumpliendo con el mismo roll que los demás. El Templo no es un lugar de visita, sino un lugar donde visitamos a Jesús Eucarístico y con el cual estamos comprometido desde nuestro bautizo. Y ese compromiso debe, si es en espíritu y verdad, reflejarse en mi vida.

El mundo es reflejo de esas visitas o no visitas. De las visitas porque, si son auténticas e injertadas en Xto. Jesús, el estilo de vida de Jesús se vivirá en tu familia, en tu trabajo, en tus relaciones con los demás y en todo lo que a lo largo de cada día te rodea y te relacionas. El mundo, al menos tu mundo, se irá haciendo  mejor. Y si eso se multiplica en cada creyente, en muchos lugares de este mundo se irá haciendo presente el Reino de Dios.

De no ser auténticas sino rutinarias, turísticas, los criterios de Jesús no incidirán en la vida de esas personas, y sus mundos serán mundos enfocados a satisfacer sus egoísmos y a pasar por encima de los demás. De esta forma, cada lugar por donde pasen sembrarán cizaña y empeorarán el mundo.

Por eso, el templo, el edificio, no es el fundamento ni lo importante. El verdadero Templo es Jesús, y Jesús vive en nosotros si lo vivimos en nuestra vida y lo hacemos presente con nuestro testimonio y trabajo. El Templo será simplemente el lugar donde le visitamos y donde Él se encuentra bajo las especies de pan y vino de forma Eucarística Sacramental.

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