sábado, 11 de octubre de 2014

ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS PARA CUMPLIRLA


Lc 11, 27-28

Puede ser que hayamos oído, e incluso escuchado la Palabra de Dios innumerables ocasiones en nuestra vida, pero no nos será de mucha utilidad si no nos ponemos por obra vivirla y cumplirla. No hay otra manera de decirle al Señor que estoy dispuesto a seguirle y corresponderle a su amor que la de tomar su Palabra, meterla en mi corazón y bajarla a la vida.

Bajarla a la vida de cada día. Para eso le pedimos antes, en el Padre nuestro, que nos asista y nos provea del pan, tanto material como espiritual, que necesitamos para sonreír, para estar disponible, para escuchar, para estar pronto a servir de buena gana, para discernir el bien del mal, para soportar y perdonar, para llenarnos de paciencia ante la adversidad, los rechazos, los insultos, las incomprensiones...etc. Añade tú las que quieras, porque quedan muchas más.

En resumen, para amar, porque el amor se concreta en todo eso y más. Por eso, no es lo más grande el vientre ni el pecho que te criaron, sino escuchar y cumplir la Palabra de Dios. Es ese el verdadero gozo al que debemos aspirar todos, porque en él está nuestra verdadera y única felicidad.

Danos Señor la Gracia de escuchar tu Palabra para, guardada en nuestros corazones, seamos capaces de vivirla cotidianamente en el sentir y obrar de cada momento de nuestra vida.

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