lunes, 8 de septiembre de 2014

TODO DE FORMA NATURAL COMO CUALQUIER GENERACIÓN

(Mt 1,1-16.18-23)


No son extraterrestres, ni tampoco gente extraña. Son gente de la especie humana como nosotros, y tan normales como nosotros. El Hijo del Hombre nace de una mujer de la especie humana, sencilla, humilde y pobre. Una mujer que pasa desapercibida, sin notoriedad ni relevancia alguna.

Pero lo importante y llamativo es que Dios se hace presente entre los hombres por medio de una mujer, María, y que esa mujer es desposada con José, engendrado por Jacob. Y que de esa unión, sin llegar a vivir juntos, María es elegida para ser la Madre de Jesús por obra del Espíritu Santo. Eso movió la intención de repudio de José que más tarde, avisado en sueños por el Ángel, fue advertido de la intervención de Dios.

Sabemos, los que leemos el Evangelio, lo acontecido en este pasaje de las Escrituras, pero lo importante es, como María, reflexionar sobre el nacimiento del niño Dios en nosotros y la disponibilidad de nuestro corazón para guardar, cuidar y vivir las actitudes y estilo de amor de Jesús para con los demás. Esa es la cuestión y no otra. No nos sirve para nada conocer y saber lo ocurrido sino la disponibilidad del amor que estamos dispuestos a gastar.

Esa es nuestra verdadera deuda, volcar todo el amor posible de nuestro corazón, para hacerle un hueco al niño Dios. Y eso sólo se le puede hacer en la medida que estemos cada día más dispuestos a gastar el amor que atesora nuestro corazón.

Pidamos a María que nos enseñe e interceda, como hizo en Caná con su hijo, para que cada uno de nosotros sea cada día más vino bueno y menos agua insípida.

1 comentario:

  1. La Navidades pasadas decía el Papa Francisco: No pasemos de largo ante el Niño Dios. Dejemos que nuestro corazón se conmueva, porque estamos necesitados de sus caricias.

    ResponderEliminar

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.