miércoles, 20 de agosto de 2014

LA GENEROSIDAD DE DIOS

(Mt 20,1-16)


Jesús nos habla de un Reino de los Cielos diferente a nuestro mundo. Aquí, donde las cosas se miden por su productividad, por su ignorancia, por méritos...etc., no se corresponde de igual manera en el Reino de Dios. No cabe duda que en nuestro mundo los primeros obreros recibirían mayor salario que los otros, pero en el Reino de los Cielos las cosas son diferentes.

Para Dios no cuenta el tiempo sino la entrega del corazón y la aceptación de su Palabra. Quizás los últimos necesitaban más que ningún otro la Palabra de Dios, y a ellos el Señor se entregó, como también a los primeros. Posiblemente muchos que, aparentemente, han recibido muy poco recibirán más Misericordia de Dios que otros que han recibido más dones y cualidades y han sido contratados muy tempranos.

Sólo Dios sabe lo que corresponde a cada uno, y todos debemos estar atentos y prestos a escuchar su llamada y a estar agradecidos por todo lo recibido. Nadie merece tantos dones: la vida, el sol, la lluvia, la tierra y sus frutos, el mar y sus peces, la bondad, la justicia...etc., y sobre todo el amor. Tanto los que pertenece a este siglo como los que han vivido siglos anteriores han tenido lo suficiente para encontrar a Dios, y los que han llegado tarde o a última hora, el Señor les ha dado la misma oportunidad que los primeros.

Tú, Señor, sabe lo que nos conviene, y nada nos merecemos, pues todo lo que tenemos ha venido de tu Amor y Bondad. Danos Señor lo que Tú, por tu Amor, decidas, pues sólo Tú repartes justicia. Amén.

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