sábado, 16 de agosto de 2014

JESÚS AMA A LOS DÉBILES

(Mt 19,13-15)


No es que Jesús quiera que seamos débiles, sino que son los débiles, frágiles y pobres los necesitados y los que descubren a Jesús, precisamente porque le necesitan. Jesús viene a salvar a los pequeños, a los pobres y necesitados, y los niños son exponentes de los más débiles y necesitados.

Quién no es pobre, no necesita que le salven y rechaza toda ayuda de salvación. Por eso, la condición imprescindible para ser salvado es sentir esa necesidad. Es decir, descubrirse pequeño, pobre y necesitado. Y los niños son los más pobres y los más necesitados. Son los más pequeños, los más inocentes, los que no tienen ninguna formación y dependen totalmente de la que le den sus padres.

Son los seres más indefensos de la tierra y por eso los más preferidos de Jesús. De ahí que quienes no seamos como niños no podremos alcanzar la salvación que Jesús nos ofrece. Entre otras cosas porque sólo siendo pobre y necesitado aceptaremos la salvación que Jesús nos ofrece.

Necesitaremos convertir nuestro corazón endurecido por el tiempo, los malos hábitos, la mentira, la codicia, el odio, la venganza, la ambición, las tentaciones y el pecado, en un corazón puro, limpio, inocente, bien intencionado, pobre, humilde y lleno de amor para experimentar la necesidad de la salvación que Jesús, el Hijo de Dios vivo nos ofrece. Amén.

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