miércoles, 9 de julio de 2014

NO SE METAN EN CAMINO DE LOBOS



Hoy he advertido la advertencia, valga la redundancia, que Jesús hace a sus apóstoles: A éstos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca».

Jesús les advierte que se abstenga de meterse en terreno de gentiles ni en ciudad de samaritanos. Y si Jesús dice esto tendrá sus razones. Hoy podemos entender que no debemos ir más allá de nuestras posibilidades, y que la Palabra del Evangelio es para aquellos que abren sus corazones a querer escucharla y vivirla. 

No cabe duda que Jesús viene para salvar a todos, y a todos dirige su Palabra, pero respeta la libertad de cada uno, don regalado por Él a cada hombre. Por eso nos advierte que no importunemos a aquellos que la rechazan y no quieren oírla. Incluso que nos amenazan con violencia y muerte. Y en esa confianza la Iglesia, sucesora del colegio Apostólico, camina, alumbrada por el Espíritu Santo, proclamando su Palabra y anunciando que el Reino de los Cielos está cerca.

No podemos ser inoportunos, exigentes ni reiterantes, porque el Mensaje de Jesús se propone y se ofrece de forma gratuita y libre. Bien es verdad que el hombre lo lleva escrito en su corazón y, oído, anhela dar respuesta a esa Palabra, pues experimenta gozo y felicidad al vivirla y hacerla realidad. Pero, otros, tentados y sometidos a las pasiones y apetencias de este mundo por el diablo, son esclavizados e inclinados a rechazarla.

Sólo nos queda el estar disponibles y atentos, como el Padre con aquel hijo prodigo, a abrir nuestros brazos para acoger a todos aquellos que se abran al Espíritu de Dios y acojan su Palabra. Amén.

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