sábado, 12 de julio de 2014

EL PODER DE LA VERDAD

(Mt 10,24-33)


Por mucho que se esconda la mentira, tarde o temprano, la Verdad prevalece y sale a la luz. Nada permanecerá en la oscuridad porque terminará lleno de luz. La oscuridad está avocada a ser invadida por la luz, porque en la Luz está la Verdad.
De nada sirve esconderse en las apariencias o en las mentiras o engaños, porque al final será la luz la que invada ese terreno pantanoso y sombrío de la oscuridad. Se hace, pues, necesario desnudar tu conciencia y confesar tus propias miserias ya que de nada sirve esconderlas en las apariencias y las mentiras. Sacarlas a la luz nos desatasca y nos predispone a la pureza de las buenas intenciones que reflejan la luz de la verdad, la justicia y el honor.

En el Señor descansa mi pequeña y humilde palabra, y en Él descargo todas mis miserias y pecados. Me confieso débil, pecador e indigno de merecer su perdón, y me postro humillado y avergonzado ante su Misericordia.  Me faltan palabras, Dios mío, para expresarte mi gratitud por la locura de tu Amor, y me conformo con permanecer postrado junto a tus pies aguardando tu llamada y tu Misericordia.

Sé, Señor, que ni un pelo de mi cabeza se caerá sin tu permiso, y consciente de eso, te doy gracias por darme la fe de confiar en Ti y de saberme amado y querido con la dignidad de hijo tuyo. Y pedirte que llenes mi corazón de tu sabiduría para que no pierda tu estela y siga con paso firme tus huellas. Amén.

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