sábado, 19 de julio de 2014

DERECHOS Y JUSTICIA

(Mt 12,14-21)
No cabe duda que Jesús molestaba, no por su Persona, sino por las palabras que proclamaba y salían de su boca. Su Mensaje enfurecía a a aquellos fariseos cuyos derechos y justicia estaban marcados por sus criterios y sus maneras de interpretar la ley y los profetas. Todo, por supuesto,según lo que ellos gustaban e imponían.

Las Palabras de Jesús les cuestionaba y les movía a cambiar y a respetar los derechos y justicia que buscasen el bien, la verdad y la fraternidad entre todos. Eso les molestaba en gran manera, porque les exigía renunciar a sus derechos y privilegios con los que se encontraban tan a gusto y cómodamente instalados. Por eso planeaban quitárselo del medio.

No les interesaba los derechos y la justicia que Jesús proponía y defendía en favor de los más pobres, excluidos y necesitados. Y tampoco porque eso amenazaba con desestabilizar sus situaciones de privilegios y de bienestar. Se trataba de una cuestión de estado y se imponía el borrar a Jesús del mapa. Sin embargo, Jesús, aunque cuidándose y con prudencia, seguía ahí curando y proclamando su Mensaje.

Porque, antes que su propia vida, Él había venido a proclamar los derechos y justicia que la propia dignidad del hombre, por ser hijo de Dios, tenía derecho. Y por eso estaba dispuesto comprometerse, hasta el punto de comprometer su propia vida en una muerte de Cruz. Jesús proclama nuestra filiación de hijos de Dios hermanados en Él y, en consecuencia, hijos adoptivos y coherederos de la Gloria del Padre por los méritos del Único y Verdadero Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús.

¿Qué derechos y justicia defiendo yo? ¿Acaso son los míos, los de mi pueblo o nación, o por el contrario defiendo, por encima de todos, los de Jesús? Pidamos al Señor la Gracia de vivir y defender los derechos y justicia que Él nos ha transmitido, revelándonos y enseñándonos el Amor de nuestro Padre Dios. Amén.

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