miércoles, 25 de junio de 2014

TU VIDA SE DESCUBRE EN TUS OBRAS

(Mt 7,15-20)


No pierdas el tiempo tratando de aparentar y de vivir en apariencias que se descubrirán tarde o temprano. Tu vida será en la medida que serán tus obras. Si son buenas y dan frutos será porque tu vida es buena, y si ocurre lo contrario, será, sin lugar a duda, que tu vida será mala. Así de sencillo, pero muy profundo y real, nos lo dice hoy en el Evangelio Jesús.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Claro como el agua y sin lugar a duda. Nuestra vida de fe se hace visible en la medida de nuestras obras y sus frutos. Nuestra amistad con Jesús es sincera y auténtica si se traduce en obras que descubren nuestro compromiso con su Palabra y el esfuerzo de vivirla siguiendo su Espíritu.

La dificultad no se nos esconde. Sabemos de nuestra debilidad, pero para eso contamos con la asistencia del Espíritu Santo, la oración y los sacramentos del perdón y, sobre todo, la Eucaristía. No estamos solos, pues somos pecadores y, solos, quedamos a merced del poder del pecado cuyo rey es el Maligno. Estamos acompañados y protegidos para, injertados en el Espíritu de Dios, vencer con toda garantía.

Haz Señor que mi vida reciba la savia de tu Gracia para, alimentado por tu Amor, sepa convertir mis obras en verdaderos frutos según tu Palabra.

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