viernes, 13 de junio de 2014

DESEOS E INFIDELIDADES

(Mt 5,27-32)


Somos propensos a confundir los deseos con lo correcto y hasta con el derecho. Pero antes está la fidelidad, y eso no se le esconde a nadie. Nuestros deseos y pasiones no están sincronizadas con lo correcto ni con los derechos. Hay deseos y también pasiones que desearlas despertarían la infidelidad y lo incorrecto. El compromiso y la responsabilidad fundamentan el amor. Y eso lo sabemos todos.

Ocurre que somos débiles y, apoyados solos en nuestras fuerzas sucumbimos a nuestras pasiones y deseos. No sólo en el campo de las pasiones sexuales, sino también en el terreno de los privilegios, riquezas y poderes de todo tipo. El hombre es una vasija de barro que necesita al Mejor Alfarero para que le modele y le dé forma a su vida. Y si no se pone en Manos de ese Alfarero, la infidelidad y el adulterio hacen presencia en su vida, porque solo nada puede hacer ante el poder del Príncipe del mundo.

Y ese es el sentido que el Evangelio de hoy nos quiere alumbrar. Aléjate de los peligros; corta con ese ambiente que te insinúa y abre tus apetitos sensuales y te invita a romper tu compromiso de fidelidad a lo moralmente correcto y bueno; separa de tu vida esas provocaciones e insinuaciones que te proponen como derechos tu derecho, valga la redundancia, a disfrutar y satisfacer tus pasiones rompiendo tu compromiso de fidelidad matrimonial.

No te escondas dentro de tu corazón, pues tus deseos nacen ahí y, aunque no los puedas hacer realidad, si los hacen tus pensamientos, y tú, recuerda, eres lo que piensas y no lo que haces, pues detrás de la apariencia está lo que tú verdaderamente piensas.

Es preferible soportar las renuncias a que te somete tu humanidad y, asistido por los dones del Espíritu, ser fiel al compromiso de fidelidad contraído en tu promesa de matrimonio. Porque al final sólo queda el amor responsable y verdadero. Y ese es el que ama en las dificultades y obstáculos que la propia vida te presenta.


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