martes, 6 de mayo de 2014

PAN QUE DA VIDA ETERNA

(Jn 6,30-35)


Hay hambre en el mundo, y necesitamos saciar ese hambre para poder vivir. Estamos obligados a repartir el alimento material que el hombre necesita para vivir. ¿Qué ocurre que hay hambre y sed material en nuestro mundo? ¿Por qué pasa esto? Mientras una parte del mundo vive en la abundancia, otra parte, incluso mayor, se debate en la lucha por encontrar algo que comer para simplemente vivir.

¿No hay en el mundo suficiente alimento para todos? Indudablemente que lo hay, pero ocurre que cuando el hombre quiere mandar y tener más poder que otros, es capaz de privarles de los alimentos necesarios para subsistir. Sin embargo, no es ese pan material el más importante. Sí, es verdad que sin él no podremos vivir, y cada día mueren muchos niños y adultos por falta material de alimentos, pero por muy triste que parezca no tiene la muerte la última palabra.

Jesús viene a darnos la verdadera vida, el Pan que da vida eterna: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed». No es esto una forma de quitar nuestra responsabilidad de luchar, denunciar y batallar para que haya justicia e erradicar el hambre en el mundo, pero la realidad es la que todos conocemos.

A pesar de todo, sabemos que hay esperanza, porque el alimento verdaderamente importante, el que nadie nos puede quitar ni impedir es Jesús, el Pan verdadero que nos salva y nos da la verdadera vida.


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