lunes, 24 de marzo de 2014

Y HOY OCURRE LO MISMO

(Lc 4,24-30)


Muchos no son bien aceptado ni mirados en sus propias familias. Son sus propios hijos los que no valoran lo que dices o escribes y a los que les resbala y les es indiferente tus esfuerzos de testimoniar la vivencia del Evangelio. Al margen tus posibles fracasos, errores y debilidades, que las tienes, pero también tus éxitos o buenas cosas que también las tienes.

Sin embargo, fuera de tu familia, de tu círculo de amigos o ciudad, tus dones son bien recibidos y admirados. Y eres más valorado. Jesús experimentó esto en su propia carne y tuvo que abstenerse incluso de hacer los milagros que hizo en otros lugares. Jesús es el Profeta por excelencia, el Salvador esperado; en Él todas las profecías tienen cumplimiento. Pero, al igual que sucedió en los tiempos de Elías y Eliseo, Jesús no es “bien recibido” entre los suyos, pues son estos quienes llenos de ira «le arrojaron fuera de la ciudad» (Lc 4,29). 

Y hoy sigue ocurriendo lo mismo. El Mensaje de Jesús no es escuchado, sin embargo se le presta más atención a lo que dicen los que habitan este mundo. Ante la verdad del Evangelio anteponen la verdad de los hombres y donde se dice amor, ellos ponen odio y egoísmos. Y donde se habla y se defiende la vida, ellos ponen la muerte y condenan a los inocentes.

Pidamos tener valor y fuerza para responder a nuestro compromiso de Bautismo a pesar de las dificultades y rechazos que el mundo nos presenta, pues como Jesús correremos la misma suerte y sufriremos la misma cruz. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.