lunes, 13 de enero de 2014

CONVERTIRSE ES DESCUBRIRLE


(Mc 1,14-20)

Uno no cambia de rumbo a menos que descubra que, por alguna razón, debe cambiarlo. Seguir a Jesús y dejar todo lo que tú seguías, supone un cambio radical en tu vida, y eso debe apoyarse en alguna razón. Una razón de peso que te proponga dejarlo todo por Él.

Convertirse es acoger el don de la fe, pedirla y disponer tu corazón a ella para vivirla en la caridad abierta a los demás; convertirse es, no seguir una filosofía, normas o practicas piadosas, sino creer en Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, que camina a tu lado y en Él alcanzas la plenitud de vivir eternamente y en pleno gozo.

Convertirse es experimentar que no eres tú quien vives y obras, sino el mismo Xto. Jesús que mora dentro de ti y te mueve a realizarte en el amor a los demás. Convertirte es tener al Señor como guía y camino en todos los acontecimientos de tu vida; familia, trabajo, diversiones, amigos... Convertirse es poner a nuestro Señor Jesús como primera prioridad de tu vida, entregándole tu vida, tu corazón, tu alma y todas tus fuerzas.

Convertirse es, desde que te levantas hasta que te acuesta, hacer del Señor tu estandarte, tu comida, tu alimento y tu vivir.

Convertirse es descubrir que sin Jesús no podrás conseguir el Amor del Padre. Y a Jesús se le conoce, se le alcanza y se llega a Él por la Eucaristía, por la Penitencia y por la oración.

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