viernes, 22 de noviembre de 2013

TAMBIÉN HOY HAY PROFETAS QUE NO QUEREMOS VER


(Lc 19,45-48)

Todos los tiempos han sido tiempos de profecía. El camino de salvación está marcado por los designios de Dios que nos va guiando hacia Él. Y cada momento de la historia de ese camino está alumbrado por voces que, en el Espíritu Santo, han gritado y descubierto la vereda por donde se debe ir.

Hoy, yo no me atrevo a señalarlo, hay también voces dentro de la Iglesia o fuera de ella, que gritan y hacen gestos de orientación por donde debe transcurrir el camino hacia la Casa del Padre. De tomar otra vereda podemos perdernos y retrasar nuestra llegada a la verdad o perderla para siempre.

Debemos estar muy atentos, avivar nuestros oídos y encender nuestra escucha, pero sobre todo dejar guiarnos por el Espíritu que sopla y se mueve por y en donde quiere.  Mi Casa es Casa de oración, pero quizás nosotros la estamos convirtiendo también en casa de nuestra oración, no la que quiere el Padre.

Porque orar es dejarnos hacer y actuar en la Voluntad de Dios, no en la nuestra.

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