lunes, 28 de octubre de 2013

ORAR ES REFLEXIONAR CON Y DELANTE DE DIOS PADRE

(Lc 6,12-19)

No cabe duda que toda acción está presidida de una reflexión. Para actuar lo pensamos primero. Incluso en los momentos que ambas cosas, reflexión y acción, casi se superponen, una, la reflexión precede a la acción. Y cuando reflexionamos buscamos luz en nuestro corazón para proceder a actuar bien.

Para un creyente, reflexionar equivale a orar, porque cuando reflexionamos en presencia y delante de Padre Dios, estamos descubriendo nuestra vida y presentándola con todos nuestros proyectos, ilusiones y deseos, así como nuestras necesidades, problemas y dificultades.

Orar y reflexionar se confunden en una petición o reconocimiento de nuestra humanidad limitada y pecadora. Tanto el fariseo como el publicano de ayer hicieron su reflexión. Uno en la mentira y otro en la verdad. Nuestras oraciones deben estar apoyadas en la verdad, porque la mentira la destruye y aniquila. Nuestra vida debe caminar en esa ruta que la oración en la verdad le marca cada día.

Jesús nos enseña con su oración y vida el estilo que debe marcar nuestro camino. Un camino que sólo podemos recorrer apoyados en la oración constante y suplicante y la acción que la propia marcha impone. El trabajo y las responsabilidades que el camino nos trae, nos da los momentos de oración que necesitamos para dar luz a nuestras respuestas.

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