martes, 8 de octubre de 2013

LAS PRISAS NOS DESEQUILIBRAN

(Lc 10,38-42)

No estamos hechos para vivir con prisas, ni con agobios. No son buenas compañeras y sus compañías nos perjudican notablemente. El ser humano necesita calma, sentir que existe y darse cuenta que camina y se dirige a algún lugar. Un lugar feliz, hermoso, lleno de paz y de eternidad.

Y buscar tan maravilloso lugar necesita de espacios de tranquilidad y reflexión. Necesita paz interior para ver con claridad el camino aunque muchas veces se presente lleno de espinas, de amenazas y de dificultades. Y también de buen acompañamiento donde apoyarse y compartir sus inquietudes y esa fe que te empuja a caminar hacia ese lugar que buscas desesperadamente, pero en paz y gozo.

Marta se perdía en el afán de atender y servir. Ocurre que nos desesperamos porque queremos hacer las cosas mejor que nadie. Nos exigimos triunfar y no fallar. ¡Y fallamos!, claro que fallamos, porque somos humanos y limitados. No está mal esforzarnos en hacer las cosas bien, pero siempre entendiendo que eso es simplemente un medio para seguir el camino hacia la Luz verdadera.

Así lo entendió María. Necesitó y eligió pararse en ese momento, porque delante tenía la Luz, y aprovechó para llenarse de Ella. Luego, llegarían momentos de seguir el camino y la lucha de cada día. Necesitamos pararnos para, llenos de Luz, ver y aprender a caminar mejor.

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