viernes, 25 de octubre de 2013

APROVECHAR MI TIEMPO

(Lc 12,54-59)

El miércoles 23, en la Eucaristía, el sacerdote celebrante nos dejó abierto un interrogante en la homilía (Lc 12, 39-48). Se limitó a plantear lo siguiente: Si Jesús llegase ahora, a las 6,45', aquí, tal y como estamos todos los que aquí nos encontramos, ¡qué pasaría? ¿Y cómo nos encontraría?

Esa fue aproximadamente la homilía. Permanecimos, luego, un minuto más o menos en silencio y reflexión... Y fue unos instantes muy emotivos, profundos y llenos de santo temor. Es verdad, qué pasaría si Jesús nos sorprende en estos momentos. ¿Estamos preparados?

Minutos después seguía esa pregunta retumbando en nuestro corazón. ¿Qué le presentaría al Señor? ¿Tendría algo para presentarle? Posiblemente, pensamos, tendríamos las manos llenas de fracasos, de errores y apetencias. De pecados y debilidades, pero no los escondemos Señor. Eso te presentamos porque sabemos que Tú buscas nuestra pobreza y enfermedades. Has venido para eso, para sanarnos y salvarnos. Y nosotros, Señor nuestro, queremos dejarnos salvar.

Hoy 25 , se nos cuestiona la sabiduría que ponemos para descifrar e interpretar el tiempo de la tierra y el cielo, pero nos pasa indiferente estos momentos presentes que vivimos. No nos planteamos muchas cosas que ocurren en cada instante y no tomamos partido en ello. Mucha gente sufre; mueren niños asesinados en el vientre de sus madres; hay pueblos oprimidos, marginados...Y nosotros lo pasamos muy bien quizás de espalda a todos esos acontecimientos.

Sin embargo, quizás nos preocupa más si hay lluvias o viento o sol, pero muy poco el final de nuestro camino y destino. ¿Qué pasaría si en este momento nos sorprendiera el Señor? Dejamos también la pregunta abierta...


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